domingo, 22 de octubre de 2006

UNA TAREA COLECTIVA



Felipe Gonzalez (ex presidente de España) 
y Gustavo Alvarez

Estimados Compañeros, 

 

 Cada vez queda menos para poder compartir un momento único. La tarea colectiva de reconstruir una Iberoamérica unida y tendiente hacia el bien común exigirá el compromiso de nuestros mejores recursos, es decir, de la inteligencia, del sentimiento y del trabajo. Para reencontrar el rumbo ascendente de nuestro destino en común, deberemos proponer un proyecto iberoamericano, con objetivos claros y una estrategia racionalmente sustentable, que responda a los ideales d ela cultura y la experiencia histórica de cada país.

 Debemos devolver a América Latina su lugar en el mundo, rehabilitar las energías creativas de la sociedad y del pueblo emprendedor y culto que somos y, dejar atrás la frustración de observar a millones de ciudadanos hundidos en la miseria, en el simulacro de una democracia cuyos dirigentes han probado, en muchos casos, carecer de responsabilidad moral y de idoneidad. Debemos dejar atrás, en fin, la burla del Estado de derecho y la quiebra de la fe pública, sobre cuya confianza debiera reposar el devenir de la Nación Americana.

 La complejidad del sistema productivo y la aceleración de los intercambios de bienes y servicios; el movimiento de inversiones en el marco de la economía mundial, cada vez más competitivas; la transnacionalización de intereses e información, que caracteriza el creciente proceso de globalización, y las nuevas realidades a las que se enfrentan los gobiernos de los países democráticos y del sistema internacional requieren de nuestros países respuestas concretas, tanto en lo social como en lo político, económico o tecnológico, para no errar el curso de la Historia y quedar marginados de los estándares de civilización que augura el siglo XXI. En muchos países latinoamericanos el disenso tiene cada vez menos espacio y la noción del bien común desaparece como pauta orientadora de la acción del Estado. Sin duda, estos fenómenos caracterizan lo que llamamos una sociedad "desmembrada". Se han creado sociedades cuyos logros son  muy inferiores a sus posibilidades. Cada ciudadano, sin duda, aguarda la realización de un país grande y próspero, algo que fue una promesa de su nacionalidad.

 Tras seis años del nuevo milenio, la gran mayoría espera el cambio que tantas veces fue anunciado. Para que este cambio se dé es necesario convocar las enregías y el entusiasmo de las futuras generaciones, para llevar adelante un proyecto generacional en diferentes áreas que nos permita, en toda Iberoamérica, devolver la confianza a cada ciudadano.

 Debemos ser concientes e intentar descubrir las causas de muvhos de nuestros fracasos, definir objetivos estratégicos para recobrar la dignidad de sentirnos latinoamericanos, otorgar a la democracia los valores éticos que la legitiman, crear un marco de seguridad y previsibilidad para las condiciones de vida en el continente y motivar la producción y creatividad con el fin de brindar prosperidad.

 Queridos Jóvenes, nuestra ilusión es juntarnos año tras año, a través de un eje central de trabajo, para poder, en un plazo de cinco años, formar una red de redes que logre fijar un rumbo exitoso para nuestras comunidades. Esto dependerá, en gran medida, de la voluntad política, de la capacidad de revertir la desconfianza y el escepticismo que han invadido el espíritu colectivo, de la idoneidad intelectual y de la decencia moral de quienes lo llevaremos a cabo. Nosotros seremos responsables, cada uno en nuestro ámbito laboral, sea el político, el empresarial, o el social. El éxito de nuestro continente se deberá a nuestra unión.

 Amigos, nos encontramos en un momento único para poder afianzar el recambio generacional.

 

Carta enviada a los jóvenes iberoamericanos el 22 de octubre de 2006 por Gustavo Alvarez, Vice Coordinador General de la Ier. Cumbre de Jóvenes Iberoamericanos