viernes, 26 de julio de 2002

AFIANZANDO EL FUTURO DESDE LAS MANOS DE LA JUVENTUD

A casi veinte años de democracia ininterrumpida, algunos jóvenes, percibimos que la preocupante situación del país, de manera constante y creciente está demandando renovación, cambio y transparencia de la dirigencia política.

Esta amplia tarea que el destino nos depara, demostrará que nosotros somos capaces de sacar adelante una Argentina con el alma limpia.

La "voluntad" y la "valentía" es lo que nos sobra para impulsar cambios radicales en la vida nacional buscando la felicidad de todos en una sociedad justa.

El hartazgo ha llegado a nuestras vidas, ya que durante tanto tiempo tuvimos que convivir con el manoseo de los derechos que como pueblo nos corresponden. El poder ha sido utilizado como un arma en manos de un franco tirador que tuvo como mira los intereses generales. Esta gran irresponsabilidad condujo al dique de los olvidos a las necesidades comunes de un ciudadano; es decir que hay que rehabilitar la vigencia del bien general.

Es inminente reflexionar y poder transmitir a los casi nueve millones y medio de jóvenes[i]de nuestro país que lo que debemos hacer es reconstruir nuestra patria.

Cuando el joven debe dar sus primeros pasos hacia la construcción de su destino, no debe permitir ser presa de la adversidad por que ella destruye a la voluntad y así es difícil alcanzar los fines que uno se propone. Esta gran virtud, la voluntad, yace en nuestro interior y es necesario que la encontremos y la saquemos a la luz. Conocemos lo arduo que es hallarla ya que la realidad que nos tocó y toca vivir ha robado nuestros objetivos, esperanzas y, como consecuencia nos debilitó nuestras virtudes, generándonos resignación y anemia espiritual. Sin voluntad ni siquiera podremos dar los primeros pasos hacia la construcción de nuestra futura ocupación, hoy podemos planificar, pero mañana todo se desmoronará, y eso no es lo que queremos, ansiamos una sociedad en la que se facilite la realización de nuestros proyectos personales y, a la vez, estimule la creatividad.

La juventud actualmente esta viviendo una época con neblina en la que la visión de futuro se pierde; ese futuro, esa ilusión,  que uno de chico y de adolescente alimenta con proyectos, ideas, y sueños, es lo que se desvanece ante tan cruda realidad. A la niñez, a la juventud; es decir, a la etapa “de siembra”, la relativizaron junto a nuestros sueños, con diátribas e impertinencias políticas. Los sueños no parecen ser más que meras utopías. Es un problema y tiene que ser tratado como tal, desmerecer la relevancia que posee es subestimar la generación que optimizará el futuro Nacional.

Creemos que éste problema se debe a varios factores que actúan cualquiera sea el ámbito social o actividad. Puede ser por falta de consejos y apoyo familiar, por no tener la oportunidad de acceder a la educación o, por sobre todas las cosas, la influencia del proceso histórico a lo largo del siglo XX. Este período desembocó, a partir de los noventa, en una situación en la que se combinaron la inestabilidad económica de políticas de ajustes sucesivos por un lado y,  por el otro, altos niveles de corrupción en la política y promesas no cumplidas.

Mientras ese proceso se desarrollaba consecuentemente otros también lo hacían, uno de ellos fue la crisis de representación; la demagogia desencadenó un fenómeno peligroso, el descreimiento y el escepticismo; éste proceso culminó en una búsqueda de salidas individuales con un gran aumento de frustración. Este país que tanto amamos nos deja desamparados, desprotegidos, vulnerables, envueltos en una situación de incertidumbre, miedo y resignación a toda posibilidad de ser protagonistas en las decisiones que afectan nuestras oportunidades de inserción cultural, social, política, económica, en suma, de nuestro proyecto individual. Es doloroso no  poder ser lo que se quiere y esto no ocurre solamente en la juventud, sino también en los que transitan las diferentes etapas de la vida.

La auténtica  falta de identidad, vista como la búsqueda frustrada en este escenario tan alarmante, desemboca en escoger las soluciones que quizás no sean las mejores; como en algunos casos, por ejemplo, el desarraigo[ii] buscando un lugar mejor en el mundo. Y sólo considerando éste ejemplo vemos que hoy nuestro bello país se está convirtiéndo en tierra de éxodos.

Sería muy injusto pedirles a aquellos que tienen la necesidad de irse por el factor material que se queden, ya que no podrán por el momento ni trabajar, ni aportar a la  reconstrucción del país. Pero a los que por el momento puedan seguir estudiando, y poseen algún medio de subsistencia mediante un trabajo, pedimos que reflexionen y que nos pongamos a trabajar para engrandecer a éste pueblo, y logremos que en el mañana más pronto posible, nuestros hermanos exiliados puedan retornar a sus hogares.

Lamentablemente el joven perdió el interés en imponerse metas y está perdido dentro de la realidad social. En estos tiempos es muy difícil ser joven, y sobre todo se complica la formación del yo, el encuentro de uno mismo; ese encuentro interno realmente importante que define el qué quiere hacer uno en la vida y dónde lo necesita el mundo, se perdió totalmente o parece que es así. Son pocos los jóvenes que han podido lograr conducir su vida a partir de sí mismos, por sí mismos, y a configurarla como un desarrollo abierto para lograr una cierta independencia de los estado de ánimo para con los problemas cotidianos.

No es de nuestro interés reflejar pesimismo, negatividad, y no queremos ser partidarios de la idea de que esa neblina que nos atormenta no se desvanezca con el correr del tiempo. Ese tiempo que viaja a la velocidad de la luz y que en un abrir  y cerrar de ojos sentimos que se pasó la vida, obliga a que no dejemos para mañana lo que podemos hacer hoy.

Es hoy y ahora que debemos hacernos, esforzarnos y sacrificarnos. No sólo porque la lógica de la competitividad lo impone, sino para adquirir la herramienta del saber, única herramienta que nos ayudará a cambiar el rumbo, de lograr una época soleada y poder conformar una sana competencia que sirva al estímulo de la creatividad, premiando la excelencia de quienes sobresalen de la media.

Necesitamos erradicar el concepto de competencia salvaje que hoy nos atormenta día a día y que nos hace cada vez más crueles entre nosotros. Ésta competencia sólo logra eliminar puestos de trabajos y reducir niveles de vida, que contribuye a fomentar la exclusión social, devalúa la cooperación, reduce todo el proceso de desarrollo de las condiciones positivas de los hombres y de la sociedad a las percepciones, motivaciones y comportamientos del hombre económico al hombre competitivo.

Hoy vivimos en una democracia formal, regida por esa competitividad, que a estas alturas no pertenece únicamente al mercado, sino que alcanza a todas las esferas y se especializa en destrozar al menos apto y en cultivar el empobrecimiento cultural, ético, moral y solidario.

En Argentina la competencia constante es negativa y excluyente lo podemos ver, simple y claramente, en la Educación y la incidencia directa de ella en el mercado laboral. Aparentemente la inequidad ha llegado y no se quiere ir; pero así como hubo quienes la trajeron, hay quienes la eliminaremos para recrear un contexto general que permita hacer real una auténtica igualdad de oportunidades.

Debemos lograr el acceso de todos los jóvenes argentinos al saber, y luego dependerá de destacarse por sus condiciones, perseverancia, aptitudes y voluntad. Habrá competencia, pero será una competencia leal en la cual todos parten de una misma largada.

Ante el malestar difuso y la gran incertidumbre reinante, es necesario ser partícipes en la generación de un nuevo porvenir. Tenemos que ser cómplices de la disolución de la comunidad heterogénea en la que vivimos, de la estandarización de pautas culturales denominadas “macdonaldización”[iii], de la apatía reinante en la mayoría de los jóvenes para recuperar los valores perdidos y la identidad nacional.

Debemos tener bien en claro que clase de futuro queremos, si queremos recuperar nuestras instituciones tradicionales de socialización como la familia, la escuela, la iglesia, el estado, o un futuro dotado por ciudadanos consumidores denominados “Mass-media”. Estamos seguros que, éste último, no es el futuro que la mayoría anhelamos.

Los dirigentes, de fines del siglo pasado que siguen influyendo en las decisiones de gobierno, han destruido el presente y pretenden destruirnos el futuro. Así, la sociedad perdió el sentimiento de representación. Es deber nuestro reconstruirlo y poder revertir dicho sentimiento hacia los dirigentes y, a la vez, aprovechar al máximo las ganas de participar, en una buena causa, que tiene la sociedad.

Debemos comprender que el talento y la honradez promocionan a los hombres, sobre todo a los de actuación pública, y que el mundo cuando desea triunfar debe ser gobernado solamente por las ideas.

Tenemos que derribar la creencia que fuimos construyendo a partir de la ineptitud de ciertos equipos de gobierno, de que es inalcanzable una sociedad justa, que la democracia civil y política puedan articularse y de que la Constitución sea respetada.

Mediante una obligación moral volvamos a repensar nuestro futuro respondiendonos a nosotros mismos; respondernos con una democracia justa e integral en serio. Con nuestro trabajo diario, unión y sacrificio, sintiendo nuestra condición de ciudadanos con fuerza de convicción y lucidez para formar una opinión pública joven, vigilante y exigente. Así lograremos impulsar las ideas renovadoras para la evolución del futuro de la sociedad en su conjunto.

De ésta manera conseguiremos vivir en una sociedad con jóvenes que serán en ese futuro, ya hombres dinámicos, estadistas de mente clara, con sentido nacional y altura moral, que se empeñarán en hacer realidad la democracia política y social.

Cuando los tiempos difíciles destruyen nuestros sueños, no debemos acobardarnos resignados, dejándonos destruir por la desgracia. Miremos la realidad como un desafío y como una oportunidad para crecer, encendamos otro fuego sobre  las cenizas y edifiquemos otro sueño donde murió el primero. En ésta época en que los acontecimientos negativos desalientan al espíritu, no debemos permitir que el control de nuestras vidas se nos vaya de las manos y menos aún que nos desestabilice por completo. Debemos pensar en cosas positivas, creer de corazón que todo se irá equilibrando y tener la seguridad de que así será.

Comencemos a dar los primeros pasos en el camino hacia el triunfo, la fe y Dios para quién lo tenga, nos acompañará en cada uno de los intentos.

Es simple y tenemos tres opciones ante éste borroso futuro: primero, quedarnos en el mismo sitio donde estamos, sin mover un dedo para hacer algo, esperando que algún milagro suceda; segundo, huir para quién ya no puede subsistir en esta tierra y, la tercer opción es empezar a recorrer un nuevo camino y buscar la mejor salida para los conflictos que estamos viviendo.

Nadie sabe de lo que es capaz si no se enfrenta a las adversidades que le salen al paso. Nada ganaremos si decidimos huir, escondernos o resignarnos, los problemas siempre acabarán alcanzándonos. A medida que vayamos avanzando notaremos cambios que nos llenarán de esperanzas y optimismo.

Lo importante, no es tener un saber extenso, sino la capacidad de comprender la estructura y las posibilidades de cada situación y de aprovecharlas en la acción.

Con paciencia, poco a poco notaremos cómo la oscuridad que nos rodea comenzará a debilitarse y la luz se fortalecerá.

La oscuridad dura lo suficiente para fortalecer nuestro espíritu, no para debilitarlo. Atrás debemos dejar nuestras angustias, desalientos, dolor y abatimiento. Atrás deben quedar las cadenas de nuestra “esclavitud emocional”.

Es en ésta etapa, en la juvenil, debemos capacitarnos para tener las condiciones suficientes como para  adquirir orientaciones válidas que nos permitan producir creativamente. No hay recetas ni reglas universales para esto, cada uno debe adquirir la capacidad de aplicación por sí mismo y a fuerza de trabajo, necesitamos espacios para acumular experiencia (hoy en día inexistentes), y no espacios de exclusión  para algunos y de protección para otros.

Es imprescindible la formación de la conducta moral básica, así como también de una conciencia de la responsabilidad social y de la de autocrítica, hay que configurar y formar las capacidades necesarias para la acción autónoma, y una enseñanza orientada a la acción. Esto es tarea y responsabilidad de quienes piensan la educación destinada a jóvenes. Sólo de ésta manera lograremos poder respondernos un futuro solidario, con imaginación y con creatividad, recuperando el sentido de patria y de pertenencia, dejando de lado la indiferencia del destino de nuestro país, e incidiendo directamente en el proceso de reconstrucción nacional, dejando de ser objeto del poder y construirnos en sujeto, logrando una Argentina incluyente, honesta, feliz y transparente.

Ya es tiempo de ser sinceros; y de nada sirve decir cosas si no se acompañan con hechos.

Nos encontramos en un grupo de jóvenes, que hace tiempo nos venimos cuestionando sobre la forma en que se está viviendo. Somos concientes de lo duro que es vivir cada día, para la mayoría de los argentinos; por eso es necesario modificar el modo de vivir.

Queremos que todos los jóvenes se comprometan, al igual que nosotros, en armar foros de debate y así generar propuestas para el engrandecimiento de nuestra nación, y poder llevarlas a cabo. Debe ser una labor en conjunto, comprometiéndonos todos, sin aislarnos de la sociedad. Los adultos deben acompañarnos y guiarnos constantemente.

Todo parece utópico, pero no es así, se están percibiendo grandes cambios, y es hora de que alguien se comprometa en serio con la gente. Todos queremos el mismo cambio: una nueva sociedad con nuevos políticos y nosotros pretendemos ser parte de esa nueva dirigencia, o sea ser servidores del pueblo, ya que es la real tarea del político.

Queremos asegurar un acceso democrático y libre a todo grupo excluído del sistema. Logrando una democracia con participación de la comunidad que no se reduzca al asistencialismo.

Solamente podremos triunfar si nos comprometemos a trabajar en conjunto y a poder concursar ideas creativas y soluciones para problemas locales planteados.

La oportunidad de salir adelante está en las manos de todos.

Gustavo Alvarez  - Ideas para la Argentina

[i] Claudio Savoia: “La generación realista”, revista Viva, Clarín,  2002, P. 19.

[ii] Según cifras de la Dirección Nacional de Migraciones, entre enero del 2001 y enero del 2002, se registró en Ezeiza la salida de 1.788.754 de argentinos y el ingreso de 1.702.676, dejando un rojo de 86.078 personas. Asimismo se calcula que unos 45.000 argentinos están radicados legalmente en el estado de Florida, y que otros 100.000 están probando suerte sin papeles, estos indocumentados, en su mayoría son jóvenes de entre 23 y 30 años. Los países que más suelen elegir al momento del exilio son: España (38%), Italia (16%), EE.UU. (15%), Brasil (5%), Australia (3%), Méjico (3%), Francia (2%), Alemania (2%), y Canadá (1%). Clarín, 24/02/2002, Información General, p. 47 y La Razón, 20/03/2002, Actualidad, p.7.

[iii] Las características fundantes de las condiciones de trabajo en Mc. Donalds, es la de disponibilidad horaria, un intenso ritmo laboral, flexibilidad funcional, laboral y numérica, integración identitaria con la empresa y extremada exigencia de implicación subjetiva en el trabajo. Ésta ingeniería organizacional busca impedir la constitución de colectivos laborales autónomos. José Seoane: “Eterna Juventud y Empleo Transitorio: las condiciones de la producción del trabajo en Mc. Donalds” en Revista de Estudios de la Juventud, Mayo I, Dirección Nacional de la Juventud, Noviembre del 2000.