jueves, 15 de noviembre de 2001

Hacia la Dialéctica Argentina para una Sociedad Justa


GRUPO GRUPO IDEAS PARA LA ARGENTINA


Queríamos expresarles la dicha y el orgullo que nos desborda al ser partícipes de tan noble causa, como es el enaltecimiento de nuestra patria.

Inspirados en modelos incuestionables de patriotismo y valentía, creemos firmemente que es hora de llevar a cabo las obras necesarias para re-diseñar un proyecto de Nación.

Nos encontramos en una encrucijada en la cual la tergiversación de valores y supuestos parece condenarnos a un final irreversible.

Se supone que es el final de la Argentina como alguna vez la soñamos.

Vivimos una nostalgia constante al cuestionarnos lo que podríamos haber sido, sin prestar atención al  enorme potencial que poseemos como nación.

La buena fe y las ganas de trabajar son las herramientas que poseemos para revertir esta conflictiva situación que afronta el país.

No todo está perdido, y somos cada uno de nosotros, a través de nuestras pequeñas acciones cotidianas, quienes lograremos transformar con esfuerzo las estructuras añejas y deterioradas que nos asfixian.

En virtud de la situación que atraviesa nuestro país, nos hemos propuesto no dejarnos avasallar por el discurso derrotista que tan en boga está en estos días, para analizar el diagnóstico y evaluar las soluciones que a nuestro criterio serían beneficiosas para el bien de todos.

En una Sociedad Justa todos los ciudadanos poseen libertad personal, bienestar mínimo, fraternidad ciudadana y la oportunidad de acceder a una vida satisfactoria y gratificante.

Se mantiene un crecimiento económico sustancial y seguro de la producción y del empleo año tras año. Nadie queda al margen y sin ingresos.

Es la Sociedad Justa la que procura posibilidad de progreso para todos, oportunidades para realizarse de acuerdo a la capacidad y ambición de cada uno. No acepta que la enseñanza esté al servicio de la economía sino como formación integral del ciudadano.

A grandes rasgos la Sociedad Justa vela POR EL BIENESTAR DE TODOS SUS CIUDADANOS.

De esta manera, nos queda bien claro que nos encontramos insertos en una Sociedad Injusta, donde el estancamiento económico y la privación conllevan consecuencias sociales extensas y negativas.

La delincuencia y la convulsión de nuestra sociedad son producto de la pobreza y de una estructura de clases corrupta, que ignora o menosprecia a los pobres (Ej: dando soluciones represivas policiales, parches de corto plazo y sobre todo facilitando el confinamiento de individuos en tendencias criminales). No proporcionando una solución más humanitaria y probablemente menos cara que es acabar con la pobreza que induce al desorden social.

En este tipo de Sociedad Injusta se condena a la limitación, a carecer de vivienda, a la enfermedad, pero sobre todo a la exclusión, ésta última define la situación de la gran mayoría de los argentinos, manifestándose en un inmenso sector de personas que no tienen lugar en el mercado laboral, en el ámbito cultural, social, ni educativo.

Se esta tratando de extinguir la oportunidad de acceso a la Educación Pública, incrementándose la ignorancia y relegando a nuestro pueblo a trabajos pesados tediosos, repetitivos o dañinos en otros aspectos, y en muchas ocasiones a no trabajar. Creemos que el único potencial para superar toda Sociedad Injusta es mantener la educación a toda la población y no su reducción o extinción.

El modelo económico al que acudieron nuestros representantes solo logró desproteger a los pobres y proteger a los grandes intereses.

Esta bien claro que hoy nadie se ha atrevido a postular nuevas estrategias de solidaridad y progreso social, de un cambio fuerte en lo cuál sea posible encarar “políticamente” la nueva situación de la economía mundial.

Desde hace tiempo la política se vio subsumida a la economía del país y ésta a las fuerzas económicas internacionales y por supuesto al beneficio de una élite.

La Argentina se encuentra en una crisis de objetivos, logros, dirigencia, perdida de valores, legitimidad y tutoría.

Los argentinos no nos sentimos protegidos. En términos durkheimianos reina un Estado Anómico. Lo que impera es el malestar, la desesperanza, el desempleo, el continuo descenso del nivel de vida de la población, una economía que se refleja en los Reality-Shows, el descreimiento de los discursos políticos, consecuencia de promesas anunciadas que luego son incumplidas en el momento que se ejerce el poder. Y la corrupción que merodea en las esferas del poder con plena impunidad, reflejando el estado actual de nuestra política, causando una representatividad en caída.

De nuestra parte, podemos perfectamente mostrar que un gran número de jóvenes, la clave para un mejor futuro, está migrando o reclutándose en la tecnicidad.

Se esta perdiendo el sentido al sacrificio y al arriesgarse por un mejor porvenir, tanto individual como colectivo. Lo que merodea en la mayoría de nuestras cabezas es la idea de que no importa corregir lo que esta mal, ya que es incorregible. La resignación de los adultos es entendible, no siendo así cuando se trata de jóvenes.

Los jóvenes de hoy hemos perdido toda esperanza de crecimiento y progreso, se nos esta quitando la oportunidad de formar una familia. Lo único que impera para nosotros es el saber como “zafar” o sobrevivir y no tener la posibilidad de adecuarnos al futuro que cada uno desea.

Para nosotros conseguir nuestro primer “trabajito” es un milagro, un primer empleo de tiempo parcial es un privilegio, y obtener un contrato por tiempo indeterminado es un sueño irracional.

Como consecuencia de esta realidad, la apatía política es el efecto que se manifiesta en muchos de nosotros. El vacío de liderazgo que aqueja a los partidos políticos, aumenta el desamparo, la incertidumbre y tiende a la pérdida de prestigio del régimen democrático y sus tambaleantes instituciones.

Lo que creemos es que no podemos dejar que la Argentina muera junto con la sociedad y cruzarnos de brazos, dejando que el libre mercado reinante solucione la catástrofe en la que vivimos. Pensar eso es caer en una vil utopía y mucho menos pensar en la figura del experto – salvador, que atiene a sus intereses de sus propios ideales. Nadie pone en duda que estos expertos saben, pero el saber no implica comprender.

Tenemos que dejar de creer en estos, porque la experiencia nos ha demostrado empíricamente que son un fracaso al igual que su Neoliberalismo.

Este sistema político y económico impuesto, es hoy día moralmente inaceptable e ineficiente para la sociedad.

De seguir así nos estarían hipotecando nuestro futuro.

Creemos que ya es hora de probar, disentir, crear, inventar nuevas alternativas con justicia social. Los electores quieren algo nuevo, es el tiempo del viento fresco de la iniciativa ciudadana. Tenemos que tener la ilusión de crear nuevos ideales para esta bella nación que nuestros antepasados han sabido construir con gran esfuerzo.

Las herramientas están, el capital social desborda, está en cada uno de nosotros tratar de  invertir la desesperanza hacia la esperanza de que juntos se puede lograr el cambio. Tenemos que interiorizarnos donde estamos situados, cómo vivimos y tomar una conciencia solidaria, como así también crear nuevos mecanismos de participación ciudadana,  para intensificar la cooperación, la unión de todos  para lograr el bienestar social para el pueblo argentino.

Se necesita lograr una concientización general para poder curar las enfermedades que ya hemos mencionado anteriormente. Y es la juventud la que debe interiorizarse y luchar junto a grandes personalidades e intelectuales para dar salida a esta agobiante situación mediante un trabajo con ideales homogéneos. Hoy día debemos actuar en un nuevo escenario, más difícil, más hostil, más complejo, pero lo que nos tiene que quedar muy en claro es saber a quién queremos complacer, si a los mercados financieros y cambiarios (logrando un espacio de desigualdad) o a los votantes (logrando un espacio de solidaridad).

Hay que reconstruir las instituciones, democratizar al mercado, despojar la pura satisfacción de la economía, valorizar el trabajo, crear una fuerte relación entre el Estado, los sectores privados y las empresas sociales. Se debe lograr un equilibrio entre derechos y deberes ciudadanos.

Las empresas privadas tienen que comenzar a vislumbrar una responsabilidad social y no puramente de intereses sectoriales. No puede ser que el crecer en esta sociedad sea luchar contra el otro, esto es parte de un estado de naturaleza, (una guerra de todos contra todos para sobrevivir), que el fin de un país sea el ser competitivo, esto es un crecimiento irracional de una sociedad totalmente regresiva, se necesita COOPERACIÓN.

Aquí solo la Competitividad EXIGE, pero...¿quién hace eco a las exigencias de la sociedad?

Este régimen no gobierna, desprecia, desconoce a aquellos a quienes tendría que gobernar y neutraliza las instituciones, pues no significa que hayan desaparecido sino que aquel los ha anexado y gobierna en su lugar.

Hoy día la consigna parece ser el adaptarse, adaptarse a las fatalidades económicas, a las consecuencias de esas fatalidades, a la economía de mercado, a la especulación, a los efectos del desempleo y su explotación desvergonzada, a la política ultraliberal, a la competitividad, al sacrificio de todos en aras de la victoria de un explotador sobre otro. A la lucha contra el déficit de las cuentas públicas, o sea la destrucción progresiva de infraestructuras esenciales y la supresión programada de las protecciones y conquistas sociales. Adaptarse a las desregulaciones económicas, al cinismo de las conductas mafiosas, al traslado de empresas, a la fuga de capitales, los paraísos fiscales, las desregulaciones anárquicas y las fusiones enormes.

Solo se habla de adaptarse, pero nos preguntamos...¿no son los representantes los que deben adaptarse a las necesidades de la sociedad y procurarles soluciones?

Debemos lograr un Estado Regulador, que fije las reglas y haga el control, no la gestión.

Un estado que permita liberar las fuerzas de la sociedad civil. Inteligente, que capture, que tenga la antena y perciba los problemas de la sociedad y los resuelva.

Se necesita un estado indispensable como instrumento para permitir a la Sociedad Civil alcanzar sus objetivos, que lo acompañe, como así también a la inversa mediante un control social horizontal de parte de la Sociedad Civil, lo que O´Donell denomina la accountability horizontal.

Un estado que fije programas a largo plazo y bien controlados. Que rompa con todas las barreras burocráticas, que controle las empresas privadas en materia impositiva, despidos y monopolios; no un estado que las subvencione, les reduce las cargas sociales, primas y otros obsequios que no van acompañados de obligación alguna. Necesitamos un estado que priorice las necesidades reales de la sociedad en el presupuesto (Ej. Educación, Salud, Prog. Sociales) y sin excluir la posibilidad de aumentarlo si es necesario.

Y sobre todo un estado que logre velar por la Declaración Universal de los Derechos Humanos, y que haga que los sectores privados también los cumpla.

Hoy aspirar al acatamiento de la Declaración con jerarquía constitucional, parece tender a una utopía delirante.

Se deben abandonar las reglas de juego impuestas del exterior y comenzar a armonizar nuestros intereses con los del resto del mundo. Lo importante es definir cuales son nuestros intereses y a quienes responden.

En la actualidad nadie desea y siente la política como un medio para poder llegar a un objetivo, un objetivo que nace desde lo más profundo del corazón, y es la solidaridad hacia el otro, la comprensión, la ayuda al más desprotegido. Luchar desde arriba para poder dar un cambio radical a la vida de los argentinos. Y no usarla para enriquecerse monetariamente, sino enriquecer el espíritu con alegría de que alguien más va a ser feliz. Se necesita recuperar la dimensión política humana, la política de corazón, el político que tenga claro respeto a la vida humana desde la concepción hasta la muerte. Como así también fomentar nuevos mecanismos de participación política que haga partícipe a toda la sociedad en su conjunto.

Este poder hegemónico en el que estamos insertos, nos exime de una moral cívica, de una cultura, una identidad nacional, nos roba la democracia.

Nos debe quedar bien en claro nuestra convicción y voluntad a encauzar una noble causa. Ya que por más que se descifren los problemas y sus posibles soluciones, sin convicción y voluntad de llevar a cabo un nuevo programa, se estará trabajando en vano. Paralelamente a estas se debe trabajar con las personas de ESPIRITU SUPERIOR que entiendan la justicia y no con PERSONAS ORDINARIAS que entiendan el interés particular. 

Es sabido que toda buena causa genera un buen resultado y este principio lo debemos tomar como perpetuo, inmutable y constante, al igual que otro gran principio dicho por una gran persona que es el siguiente: “Mejor que decir es hacer y mejor que prometer es realizar”, este principio tiene que ser nuestro fin último, sino todo lo que se pueda escribir o proyectar se desvanecerá en papeles inservibles.

Por eso y con todos los obstáculos que se nos presenten, es nuestra convicción lograr cambiar el caos por un nuevo modelo y creencia de que todavía existe gente con ideales hacia el bien común. Va a ser fácil de lograrlo si hay unión, voluntad, objetivos, lealtad y perseverancia por una justa causa, este fin, este río con innumerables afluentes debe trasladar por su cauce los proyectos que hagan al bienestar general y que deposite en cada costa la confianza y el respeto que la gente necesita.

Sabemos que aquellos tiempos de sonrisas y felicidad volverán y está en todos nosotros comenzar a trabajar juntos para su logro, o sea el pasar de esa Sociedad Injusta a la Sociedad Justa.

Nuestro objetivo es comenzar a sembrar una nueva  esperanza para que pronto se vea lucir en cada ciudadano.

La esperanza de vivir dignamente, seguro y feliz!!

Muchas Gracias.

Gustavo Fabián Alvarez, Coordinador del Grupo Ideas para la Argentina – noviembre 2001